Érase una vez... una hormiga que sentía un hormigueo en una de sus patas medias. Las patas traseras y las delanteras estaban adornadas con unos bonitos zapatos rojos. Las patas medias estaban abrigadas con unas preciosas medias, que eran de tamaño medio. Porr, que así se llamaba la hormiga, tenía unas larguísimas antenas rizadas, de un rojo brillante en la oscuridad, que le daban la posibilidad de ver cuando el sol se había ocultado y en los oscuros pasadizos del hormiguero.
Y resultó que un día, un frío y oscuro trece de diciembre, la hormiga Reina llamó a todas las hormigas del hormiguero a la asamblea. Había ocurrido una tragedia: una de las paredes de la sala en la que dormían todas las hormigas bebé se había derrumbado por causa de la lluvia. Las pequeñas hormigas estaban atrapadas bajo la tierra. La Madre, que era la hormiga Reina, pidió voluntarios para buscar supervivientes. Porr decidió unirse al grupo de salvamento. Trabajaron durante horas hasta salvar a todas.
Porr salvó a 36 hormigas recién nacidas gracias a sus antenas rizadas. Fue galardonado con una medalla de Salvador.
FIN
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