¡Hola! Otro lunes vengo con nueva reseña. En este caso, se trata de la de una novela que, aunque es corta y rápida de leer, tiene muchísimo encanto. Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson, era la lectura para este mes de mi club de lectura. Lo leí en tres días. Mañana quedaremos los del club para hablar sobre él, pero quería aprovechar para hacer un adelanto por aquí.
SINOPSIS
«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la seta mortífera. El resto de mi familia ha muerto.» Con estas palabras se presenta Merricat, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo, que lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo. Allí pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julian, que va en silla de ruedas y escribe y reescribe sus memorias. La buena cocina, la jardinería y el gato Jonas concentran toda la atención de las jóvenes. En el hogar de los Blackwood los días discurrirían apacibles si no fuera porque los otros miembros de la familia murieron envenenados allí mismo, en el comedor, seis años atrás.
COMENTARIO
No sé si lo que más me fascina de Siempre hemos vivido en el castillo es lo interesante que se hace aunque parezca que pasan pocas cosas o que el maravilloso punto de vista de Merricat me haya enamorado profundamente. Escribí en mi cuenta de Goodreads al terminarlo:
Brillante. Mary Katherine Blackwood ha sido durante los tres días de lectura de esta preciosidad extraña mi chica favorita del mundo mundial. Creo que, de alguna manera, su excéntrica forma de pensar me ha recordado a la de Auri, de El nombre del viento y La música del silencio. Pero es que Merricat es especial y se hace querer incluso cuando desea a la gente muerta. O sobre todo en esos momentos.
Una novela corta, ligera, narrada en una primera persona genial y muy entretenida. Me ha encantado. Supongo que a veces soy un chico fácil, y es que Merricat me ha ganado.
Y con eso creo que resumo mis impresiones sobre este libro. Pero, si ahondamos un poco más, nos encontramos ante una historia trágica: cuatro miembros de la familia de Merricat murieron en el comedor de su casa. Ahora, como dice la sinopsis, sólo quedan Merricat, Constance y el tío Julian.
Y esos son los tres personajes que más interesan en la novela. Hay otros, desde luego, pero no se perfilan tanto y son bastante más secundarios (quizás con la excepción de Charles, un primo lejano. La cuestión es que, narrado en esa primera persona de Merricat, nos hacemos perfectamente a su mente extravagante, a su curiosa forma de pensar. Y es que Merricat no piensa como las demás chicas. Es tan especial que no podemos otra cosa que cogerle cariño. Un cariño extraño, pero muy puro.
Constance es un personaje diferente. En ella vemos una evolución, algo que hace que la historia vaya teniendo más intensidad a medida que avanzamos. La evolución de Constance y la evolución del libro van a la par, o al menos es lo que me ha parecido a mí. Mola.
Y bueno, no sé qué deciros. Para mí, los personajes son lo más importante en Siempre hemos vivido en el castillo. Ocurren cosas, sí. No podríamos decir que es acción y aventuras, pero sí tenemos algo de tensión, especialmente en la parte final del libro. Tensión de la buena, de la de querer seguir leyendo sin parar para terminarlo cuanto antes, para saber qué ocurrirá. Tampoco es muy difícil (la edición que yo encontré en la biblioteca no llegaba a las 200 páginas).
Lo que sí puedo decir es que con esta novela Shirley Jackson nos atrapa sin avisar. Y que no es una lectura de nada que puedas esperar. Es mucho mejor. Mucho más guay. Tiene su algo. No se sabe qué es ese algo, pero te llega y te llena y te hace sentir muy feliz leyendo la historia de Merricat y su hermana. Feliz, o preocupado por ellas. Feliz, o intrigado. Feliz, o curioso. Pero de una forma especial.
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